La orquesta infantil, ejemplar y atractiva forma de llevar la música clásica a un público más amplio.
El pasado domingo la población que quiere
acercarse a la música clásica y aprender a disfrutar a los grandes maestros de
este género tuvieron un ameno acercamiento a él por medio de la
Orquesta Sinfónica Infantil de Yucatán, la cual, bajo la batuta de cinco
directores, ofreció entretenido programa elaborado con oberturas musicales y
piezas de carácter popular.
Esa presentación se realizó en el teatro José
Peón Contreras y permitió a su vez constatar el avance de los niños y
adolescentes que escogieron el difícil pero gratificante camino de la música
sinfónica. La destreza y sensibilidad que mostraron parte de los ejecutantes
alientan la esperanza de contar de nuevo en Yucatán con intérpretes y
compositores que aumenten la reducida lista de grandes músicos locales.
En esa velada, realizada en un horario un
poco incómodo, a las seis de la tarde, estuvo anunciada con un programa de diez
piezas y cinco jóvenes directores invitados: Eladio Chalé Eb, Alejandro Brito
Santoyo, Humberto Guillermo Palomo, Iván Clemente Torres y José Luis Osalde.
El concierto empezó con una obra del
compositor mexicano Manuel Enríquez, el Tríptico Mexicano, pieza que se combina
con tres conocidas melodías del cancionero nacional: “Adiós Mariquita linda”,
“Rayando el sol” y “El carretero”.
Le siguió la obertura “El barbero de
Sevilla”, del italiano Gioachino Rossini. Es una pieza alegre, muy conocida y
tocada todos los años en numerosos conciertos del mundo debido a su
popularidad.
Después vino otra obertura más, la que Franz Schubert compuso para la ópera
“Rosamunda”.Debido a su complejidad se incorporaron a la orquesta dos
jóvenes violinistas para reforzar la ejecución del equipo de cuerdas.
El programa giró posteriormente al ballet, se
ofreció la muy popular “Danza de las horas”, de Tchaikovsky. Pero en seguida se
regresó al género operístico, la orquesta ofreció “La bacanal”, fragmento de la
ópera “Sansón y Dalila”, compuesta por Camille Saint-Saëns.
Siguió otra resonante obertura operística, la
de “Rienzi”, calificada como la primera
de este género que escribió Richard Wagner. Detrás vino la opereta “Caballería ligera”, compuesta por Franz von
Suppé.
La orquesta giró media vuelta para voltear a
Hollywood y ofrecer el tema de la película “Piratas del Caribe”, y
posteriormente animó al público en sus asientos con “Chamambo”, pieza del
venezolano Manuel Artés, quien la escribió principalmente para ser tocada por
niños y está basada en las líneas melódicas del mambo y el cha-cha-chá.
El conjunto musical se despidió con “Alas a Malala”,
una pieza escrita por el músico mexicano Arturo Márquez Navarro en homenaje a
la niña paquistaní que sufrió represión por su lucha a favor del derecho de las
mujeres musulmanas a la educación. (Mérida Cultura).
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