jueves, 12 de octubre de 2017

Guitarra al gusto de todos

Un concierto donde la preciosura de la guitarra fue encumbrada en suaves melodías de los siglos XVI y XVII formó parte esta semana de las actividades que se realizan para celebrar los 400 años de la construcción del templo de El Jesús, uno de los emblemáticos monumentos del Centro Histórico.

El fino espectáculo, ofrecido este jueves 12,  estuvo a cargo de dos guitarristas, uno de ellos veterano  concertista, y el otro un joven que comienza en forma destacada su carrera en las tablas y el trabajo en la composición y arreglo musicales. Ya grabó un disco con sus producciones.

El primero de ellos es el maestro Manuel Rubio Cano, y el segundo el progreseño Víctor Celis Padrón, quienes han hecho ensamble en otras ocasiones y lo volverán a repetirlo este sábado  14 en el Centro Cultural Olimpo, lugar donde ya han sido aplaudidos por su arte guitarrística.

En el programa del jueves se presentaron como solistas y en dueto.


A fin de que todo el público saliera satisfecho de la presentación de este jueves, se ofreció un programa variado que incluyó música del Renacimiento, el Barroco y el Clasicismo de Italia y Alemania, así como una  pieza que el compositor mexicano Manuel M. Ponce elaboró para obsequiarla al famoso guitarrista español Andrés Segovia. 

También hubo una obra de autor brasileño, en cinco movimientos. El repertorio finalizo con dos piezas compuestas por el joven Víctor Celis y tres canciones populares con arreglos de este mismo artista.

Tanto en las obras complicadas como en las piezas sencillas que ofrecieron ambos guitarristas se constató el tiempo de estudio y la práctica que ambos han dedicado al instrumento para dominar la técnica y la calidad interpretativa de este.


Lo anterior salta a la vista inmediatamente en el caso del maestro Manuel  Rubio, con 30 años de trayectoria y presentaciones en foros del país y el extranjero. Precisamente acaba de retornar de Europa, donde ofreció conciertos en España, Italia y Alemania.
Es un músico con mucha concentración. Sus ejecuciones tienen la digitalización precisa, limpia y elegante, no se  desvían ni un milímetro de su posición en el mástil, los movimientos ocurren sin distracciones en el tiempo y el lenguaje musicales.
En su guitarra las cuerdas suenan como es debido, alentadas por el acicate enérgico pero gentil de una mano derecha que se ha ejercitado mucho en la responsabilidad que le toca. 

En su turno como solista, Don Manuel presentó 12 piezas. Abrió el programa con  seis ejecuciones cortas para laúd  del Renacimiento italiano, de los siglos XVI y XVII, de autores anónimos. Se cree que uno es estos fue el padre del astrónomo Galileo Galilei. Después agregó piezas barrocas alemanas,  regresó a Italia pero con obras del Clasicismo, y finalmente llegó a México con una composición de Mauel M. Ponce.

Después hizo dúo con Víctor Celis y posteriormente dejó a este sólo para que luciera su talento no sólo como ejecutante sino también como compositor y arreglista, dos rubros que lo instalan en la categoría de músicos a los que hay que dar seguimiento.


El joven artista abrió con dos composiciones suyas, una de ellas es una jarana en la cual los bajos tuvieron presencia permanente, y la otra es una obra alegre que describe el vuelo de mariposas brillantes.

Para concluir, satisfizo a quienes prefieren melodías populares y trova yucateca. Ofreció arreglos que él hizo a tres conocidas canciones: “Beso asesino”, de Pepe Domínguez; “Flor de azar”, de Santiago Manzanero, y “Un tipo como yo”, de Sergio Esquivel.


Ambos guitarristas actuarán juntos el sábado 14, a las 6 de la tarde, en el Centro Cultural Olimpo. Los boletos son a $50 y $25.

sábado, 7 de octubre de 2017

Felissa: viento hechicero en el escenario

Hay canciones que aumentan su fama porque las interpretan cantantes famosos. Debido a esto es un reto buscar un modo para interpretarlas en forma distinta. Del abismo cuelga el riesgo de caer en la imitación de alguno de esos estilos.

La forma de librar ese precipicio es tener una voz y personalidad propias en el canto. Sólo así la nueva versión que se ofrece resulta original y se agrega a la lista de inéditas variaciones.

Esto es lo que ocurre con Felissa, cantante y percusionista yucateca que desarrolló sinigual estilo para manejar la voz, agitar el  sentimentalismo y moverse en el escenario como un  viento hechicero que seduce al oyente.
El público que acudió a verla este sábado 7 en el teatro “Daniel Ayala”, donde ella tuvo nueva presentación, también fue atrapado por esa magia escénica que la artista ofrece en su atractivo espectáculo de voz, sentimiento y percusiones.

Fue una presentación cálida, irresistible para el alma receptiva. Con un repertorio argentino dividido en dos partes: trova en la primera y tangos lastimeros en la segunda. La artista recalcó esa diferencia con un  cambio de vestuario.

Felissa Estrada, nombre con el cual se le conoció durante mucho tiempo después ingresar al canto en los años 70, se presentó acompañada únicamente del tecladista Miguel Ángel Flores, quien también dirigió el aspecto musical del espectáculo.

En la interpretación de un segmento del programa ella se acompañó con el cajón y el bongó. En el resto del repertorio dejó las manos libres, volando con el cuerpo y la voz. Todo el tiempo permaneció descalza.

Esta cantante, originaria del municipio de Dzidzantún, es diferente en imagen y concepción artística a la que por mucho tiempo ella ofreció a su público local, del cual se alejó durante doce años cuando desapareció de la escena por circunstancias que la obligaron a ello.

Felissa se ha presentado en foros y festivales del  sureste del país. También llevó su propuesta musical a Nueva Orleans y Cuba.

Su madurez artística le permite el desafío de interpretar con originalidad canciones ya divulgadas por artistas con fama nacional e internacional, como es el caso de los tangos que ella  incluyó en el  repertorio de ayer sábado, entre ellos “Los mareados” y “Los pájaros perdidos”.

Lo mismo observamos en representativas piezas de trova y otras populares canciones de la primera parte del programa. La conocida “Alfonsina y el mar” es ejemplo de lo anterior. Ella manejó la delicada dificultad del tema arropándolo con profundo sentimentalismo. La misma carga emotiva cimbró al auditorio con su versión de “Samba para olvidarte”.

Otra cualidad del espectáculo que ofrece Felissa es su comunicación espontánea con el público, al cual prepara anímicamente al conversar con él sobre las canciones y el mensaje que estas contienen.

En ese diálogo faltó informar cuándo y dónde serán sus próximas presentaciones. El público salió del teatro con el deseo de disfrutar otro espectáculo de esta artista. (Mérida Cultura)