domingo, 27 de julio de 2014

El México alegre y triste se asoma en sus bailables



 

Con aplaudido maratón terminó el Festival de Danza Folklórica Yucatán.


Asistir a los espectáculos de danza folklórica es participar de una fiesta de luz y color que remueve en el alma las raíces nacionalistas y nos recuerda que los pueblos que forman la patria mexicana tuvieron su propia concepción del mundo y un modo distinto de ver la vida.
 
Esa variedad musical y coreográfica de las danzas étnicas nos reiteran que nuestra riqueza como pueblo radica en esa pluralidad alegre como las cintas de los trajes regionales y que no debemos cambiarla por la homogenización contemporánea que recorre el planeta para colonizarlo.

Esas reflexiones vinieron a nuestra mente el pasado domingo 27 durante el maratón con el que siete agrupaciones artísticas clausuraron en el teatro Peón Contreras el Primer Festival Yucatán de Danza Folklórica, una iniciativa del profesor Samuel Espinosa Pat, director de la compañía Kaambal. Fue realizada con el aval del Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore y Artes Tradicionales y un tibio apoyo de la Sedeculta.
 
En ese festival, que comenzó el viernes pasado, resaltaron las presencias del Ballet Folklórico Juvenil de Veracruz y la Compañía Folklórica Magisterial de Hidalgo, quienes trajeron a numerosos contingentes, incluyendo a músicos, lo cual los hizo destacar mucho más. Yucatán pudo haber hecho un esfuerzo similar, sobre todo por la facilidad de ser sede y tener a la mano esos recursos.

También participaron cinco agrupaciones estatales presentando estampas del interior de la República y  una escenificación de los juegos tradicionales a cargo de niños de la Compañía Infantil de Danza Folklórica Kaambal.

Como parte del repertorio se representó el modo en que se realizaban, o todavía se realizan, las bodas autóctonas. En una de ellas se escuchan los consejos que los padres daban a la desposada, instándola a ser virtuosa. Para el varón no hay consejos ni recomendaciones ni obligaciones, lo cual muestra la visión hegemónica masculina que predominó -y todavía predomina- en la población indígena.  
 
Una de las danzas ofrecidas resulta desgarradora por la imagen que muestra del indígena oprimido, siempre mirando al suelo, tímido, empobrecido y explotado en lo material y lo espiritual.   

La presencia juvenil en los cuerpos de baile que se presentaron el domingo se reflejó en la energía y entusiasmo de las actuaciones. El zapateo fue vibrante, las coreografías contagiosas.

Por la falta de programas de manos no fue posible tener información sobre las estampas presentadas. Esto se remedió en parte con explicaciones dadas por medio del equipo de sonido del teatro antes de la intervención de cada compañía de baile.

Además de Kaambal y los grupos de Veracruz e Hidalgo participaron en ese festival el Ballet Folklórico Lol Ixi’im, dirigido por Wilfrido Ojeda y con un premio nacional en su palmarés a pesar de ser un grupo joven pues fue fundado en 2001.


También el Ballet Folklórico Nuevo Sol, agrupación meridana con 20 años de trayectoria, guiada por María Palma Álvarez. Finalmente está el Ballet Folklórico Zacil-Ha, compañía de Victoria Ceballos Ruiz que ha sobresalido en los Encuentros Nacionales de Arte y Cultura que organiza la Dirección General de Educación Tecnológica Industrial.

El director del Festival, profesor Espinosa Pat, prometió organizarlo de nuevo el próximo año. Seguramente será otro acontecimiento artístico de esta capital. (Mérida Cultura)

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