Celebración de guitarras, intérpretes y compositores.
Ayer miércoles por la noche el Museo de la
Canción Yucateca se engalanó con un espectáculo de lujo gracias a una aplaudida
combinación de cantantes, músicos y las canciones de algunos de los príncipes de
trova vernácula.
El tenor Eduardo Rosado, el cuarteto Los
Juglares, las cantantes Rubí y Maricarmen Pérez y un veterano trío crearon una
aleación musical para ofrecer unos 20 números que navegaron durante hora y
media entre bambucos, boleros, sones y otros ritmos más.
En esa fiesta de cuerdas de guitarra el
confeti melódico provino del escritor y poeta Fernando Espejo así como de los
compositores Luis Rosado Vega, Miguel López Barbeito y Luis Espinosa Alcalá,
todos estos personajes de la canción peninsular.
Ante ese banquete de canto y ritmos, el
público respondió con creces. Desde temprana hora se formó ante el museo larga
fila que llegó hasta la esquina, dobló en ella y se prolongó más allá.
Octogenarios y nonagenarios con bastón o en silla de ruedas estuvieron entre
los que rehusaron perderse tal espectáculo. Las sillas previstas inicialmente
para el público fueron insuficientes, los empleados acudieron varias veces a la
bodega en busca de más asientos para la gente que invadió incluso los pasillos
con tal de no perder detalle de las presentaciones.
El espectáculo de esa noche fue uno más del
programa denominado Recordando a los Compositores, en el cual, además, se
recordó al desaparecido ingeniero Jorge Esquivel Barrera, quien fue presidente
del Museo de la Canción Yucateca.
Esa asamblea musical comenzó con tres canciones que ofreció con su
guitarra Maricarmen Pérez. Todas con letra del escritor Fernando Espejo
pero musicalizadas por ella y por Sergio Esquivel y Pere Arellano. “La jaula”,
“El mar” y “El azúcar” son los nombres de esas poesías convertidas ahora en
piezas para el disfrute de la bohemia.
Le siguió la cantante Rubí, integrante de Las
Maya Internacional, acompañada de un trío con la experiencia necesaria para
exponer la filarmonía que hay en los boleros, claves y bambucos de “Silencio azul”, “Flamboyán del
camino”, La tormenta” y “Palomas”, todas ellas de Luis Espinosa Alcalá.
Después vinieron Los Juglares con tres
canciones de distintos letristas pero musicalizadas por López Barbeito, y dos
más con partituras de Ricardo Palmerín y
letras de Luis Rosado Vega. “Las golondrinas” “Tu dolor y el mío” y “Peregrina”
están en esa lista. En esta presentación los hermanos Mena y Vadillo expusieron
su agrado por estar en ese palacio de la música yucateca, género en el cual
nació su grupo y que no abandonan porque se consideran parte de la trova
tradicional.
La forma como Los Juglares expusieron esas
muy conocidas piezas confirma su calidad interpretativa pues las hacen sonar
como si fueran nuevas, les agregan un sabor especial.
El fin de la celebración se acercó con la
llegada al escenario del tenor Eduardo Rosado, cuya presentación, acompañada
con las guitarras de Los Juglares, fue aplaudida por parte del público puesto
de pie. Esto hizo que regresara e improvisara “Granada”.
Al quedar de nuevo solos en la escena, los
hermanos Marrufo y Vadillo remataron la velada con un postre de sabrosos ritmos
que el público aplaudió.
Antes de que el público se dispersara el
Museo de la Canción Yucateca anunció un programa de zarzuelas que ofrecerá en
fecha próxima. Seguramente será otro grato espectáculo en ese recito ubicado en el barrio
de la Mejorada. (Mérida Cultura).
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