Un grupo local presentó conocida obra de ballet clásico.
En un esfuerzo que se disfruta y aplaude la Compañía de
Danza Clásica de Yucatán concluyó este domingo 27 las presentaciones de la
versión que elaboró de la obra Carmen Suite, un clásico del ballet que está por cumplir 50 años desde que
fue estrenado en Rusia, en el legendario teatro Bolshoi, en 1967.
Con tantos años de vida, este drama que primero fue novela,
después ópera y posteriormente ballet, ha sido representado por grandes figuras
de la danza, en montajes de compañías que rosan las alturas estelares y en
escenarios considerados santuarios mundiales de este arte.
Por ello es un desafío para cualquiera que intente
presentarla con estilo propio, sin violar la esencia de la obra original y
logrando al menos una puesta en escena decorosa.
Para lograr lo anterior se requiere un director
ecuánime y un elenco con cierto nivel técnico. Ambas cosas se
vieron en el teatro “José Peón Contreras” este fin de semana, cuando se
ofrecieron las dos últimas funciones de ese ballet.
Este montaje del conjunto yucateco se ajustó a la versión
original creada por el bailarín y coreógrafo cubano Alberto Alonso a petición
de la estrella rusa Maya Plisétskaya, quien fue la primera intérprete de
Carmen, la temperamental gitana en torno de la cual gira la tragedia pasional de
esta historia.
El desarrollo coreográfico, la escenografía y el vestuario de la
versión yucateca respetaron el esquema convencional de esta obra, las
variaciones estuvieron en la ejecución dancística.
El desenvolvimiento de cada intérprete llegó hasta lo que da
su capacidad profesional, no les pidieron proezas imperiales sino ejecuciones
limpias que se consiguen con mucho ensayo. Junto con habilidad de movimientos
se esperaba de ellos destreza expresiva, emocionar al público, proyectar
sentimientos.
El elenco tuvo buen desempeño, dejó constancia de que esa
compañía tiene bailarinas y bailarines
que cumplen con los recursos que exigen estos retos. Esta obra fue bien bailada, el público
aplaudió ejecuciones individuales, los pas de deux e interpretaciones grupales.
El argumento de esta representación se resume así: una mujer
bella y de espíritu libre, opuesta al orden establecido, es condenada a la
cárcel por el Corregidor, quien está enamorada de ella pero es despreciado por
esta.
Un joven sargento recibe la encomienda de conducirla a la celda, pero
también es seducido y la pone en libertad con la esperanza de vivir juntos.
Pero la rebelde gitana, haciendo caso omiso
a un funesto presagio de cartas, se fija en un famoso torero.
En esa
encrucijada, mientras ella decide a quien entrega el corazón, el sargento la mata.
La historia tiene
lugar en España, el ruedo simboliza el escenario de la vida, y los espectadores
de la corrida representan a la sociedad que mira lo que ocurre en ella.
El cuerpo de baile estuvo integrado por Lisset Ruiz y
Montserrat Castellanos, quienes intercambiaron papeles e interpretaron tanto a
Carmen como al Toro; Mayvel Miranda (don José, el sargento), Emmanuel Gutiérrez
(torero) y Miguel Evia (Capitán Zúñiga, Corregidor).
Las gitanas fueron representadas por Tatiana Arcila, Laura
Manzanilla, Martha Acebo y Paulina Gordillo.
En el papel de gitanos
estuvieron Adrián Leyva (también fue
repositor de la obra), Alejandro Izquierdo, Abraham Marrero, Pablo Mata,
César Pérez, Omar Flota y Eder Villalobos.
En los créditos aparecen Juan González (director), Graciella
Torres (puesta en escena), Erika Torres (vestuario), Juan López (realizador del
vestuario), Manuel Encalada (escenografía) y Fernando Rojo (técnico adjunto).
Al igual que otras ocasiones en que hemos asistido al teatro
“Peón Contreras”, observamos nuevamente que no se permite al público elegir el
lugar desde el cual quiere ver la función. También vemos que se apartan
asientos privilegiados para invitados que no se presentan.
Lo anterior es parte del
pedante, autoritario orden establecido contra el cual se rebelan personas como
Carmen, la protagonista de esta obra.
(Mérida Cultura).
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