martes, 28 de octubre de 2014

Espuma musical del mar caribeño




 

El ensamble femenil "Frasis" generó elogios con su actuación.


En los últimos espectáculos del Festival Internacional del Mundo Maya abundó la presencia artística de Cuba, una de ellas fue la del novel conjunto femenil de cuerdas Frasis, integrado por seis bellas y talentosas jóvenes acompañadas de un percusionista.


Creado apenas hace cuatro años este ensamble se caracteriza principalmente por presentar música cubana tradicional con los sonidos de dos violines, una viola, un violonchello, un contrabajo, una guitarra conocida como tres cubano y percusiones. El repertorio de estas artistas también incluye piezas de otras partes del mundo, con arreglos contemporáneos para esos instrumentos.

Gracias a que sus integrantes son egresadas de instituciones universitarias son capaces de abordar diversos estilos y tendencias musicales en sus actuaciones.

Frasis se presentó con gran éxito el sábado pasado en el teatro Daniel Ayala, donde el público le aplaudió de pie al terminar la función e hizo que se elevara de nuevo el telón y las muchachas obsequiaran una pieza más.

El grupo es dirigido por Roxana Iglesias Morejón (primer violín). El programa de mano no incluyó el nombre de las integrantes y la lista de interpretaciones que aparecieron ahí fue diferente a la presentada en el escenario.

Información oficial sobre ese conjunto cubano indica que sus integrantes formaron parte de prestigiosas agrupaciones de esa isla, entre ellas la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta de la Opera del Gran Teatro de la Habana. También del grupo de la trovadora Liuba María Hevia, el conjunto Aceituna sin Hueso, la Orquesta de Cámara Música Eterna, el grupo de música antigua Ars Longa  y la agrupación del Ballet Lizt Alfonso.

En Mérida el ensamble Frasis tuvo dos actuaciones. Una de ellas, como ya dijimos, fue en el teatro Daniel Ayala, y la otra en el Pasaje de la Revolución. Es la primera vez que la capital yucateca disfruta de ese espectáculo. Es deseable que no sea la única. (Mérida Cultura).




viernes, 24 de octubre de 2014

Concierto de flauta y piano




 

Joaquín Melo e Irina Decheva se presentaron juntos con un programa de Bach.


El potencial expresivo de la flauta transversa acompañada de piano quedó manifiesto en el emotivo recital “Bach a la vista”, en el que las interpretaciones de Joaquín Melo e Irina Decheva llevaron al público a través de la música del siglo XIX y XX escrita para esos dos instrumentos, informó la Secretaría de la Cultura y las Artes.


Esa actuación del flautista principal de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) y la ejecutante oriunda de Bulgaria se realizó el jueves pasado por la noche en el Gran Museo del Mundo Mayas.

En un boletín de la dependencia mencionada se indica que el programa de esa noche se dividió en dos segmentos, fue un recorrido por variadas piezas que dieron cuenta de la amplia gama de matices que pueden recrearse con tan solo dos instrumentos.

Al inicio de la velada, realizada en la Sala Mayamax del museo citado, con Melo en la flauta y Decheva al piano, se escuchó de forma destacada la Sonata de Hamburgo, composición de tonos melancólicos, apacible, que permitió al auditorio deleitarse nota a nota.

-Nacido en Bogotá, Colombia, el intérprete ha tenido intervenciones internacionales en países como Alemania, Austria, Hungría, Japón y Perú, y desde hace más de una década radica en Yucatán –se agrega-. Por su parte, la pianista procede de Bulgaria y también radica en esta entidad federativa, es fundadora del Concurso Nacional e Internacional de Piano “José Jacinto Cuevas”.

El boletín, en el cual se adjuntaron las fotos que acompañan a esta nota,  también dice lo siguiente:

-Para concluir la primera parte de la función, dieron paso a una creación de principios de siglo XX basada en el folclor argentino, particularmente en el ritmo del chanamé; así, el virtuosismo de ambos músicos invitó a volar la imaginación con una melodía suave, de contrapuntos muy finos, que finalmente desembocó en un alegre responsorio.

-Ante cerca de 300 personas, la segunda mitad del recital prosiguió con una suite de cuatro movimientos, en la que el ambiente del romanticismo decimonónico adquirió inusitada actualidad, con marcado acento en los silencios y poderosos arranques del piano.

-Entre cada pieza Joaquín Melo explicó el origen de las mismas e hizo breves apuntes sobre la naturaleza de las composiciones, de tal suerte que los espectadores tuvieron mayores referentes para disfrutar de la música.

-El momento culminante de la noche llegó con la “Fantasía pastoral húngara”, partitura en la que la armonía dejó en claro que el arte se expresa más allá de las palabras. Con evocaciones de canciones gitanas y ritmos propios de la Europa oriental, los asistentes fueron llevados por paisajes sonoros de innegable belleza, lo que al final hizo entregarles prolongada ovación a los intérpretes. (Mérida Cultura)

miércoles, 22 de octubre de 2014

Energía y nostalgia en un concierto



 

El grupo canadiense Brass Transit condujo al público a los años 70.

 
Después de volar 14 horas desde Canadá, en tres etapas por sus escalas en Estados Unidos y la ciudad de México para llegar aquí, los ocho integrantes del grupo musical Brass Transit pisaron el escenario del teatro Peón Contreras para presentar su repertorio característico de piezas de los años 70 que fueron popularizadas por el conjunto estadounidense Chicago y que generaron revuelo mundial en ese tiempo.

La población juvenil de aquella época cantaba esas melodías en la casa, la escuela y los bares, las bailaban en las discotecas y fiestas estudiantiles. Se vendieron millares de copias de esos discos y les dieron el Grammy a sus autores. Parte de esas piezas tienen el romanticismo del jazz y el blues, y otras suenan con la energía contagiosa del rock que antecedió a la llamada música disco.

Una característica de esas interpretaciones es su acompañamiento con instrumentos de metal (trompeta, sax y trombón) que les dan un sonidos especial. En otros casos resaltan la batería y la guitarra eléctrica con su acústica rockera. 


Saturday in the park (Sábado en e parque), If you leave now (Si me dejas ahora) , Call on me (Llámame) , Inspiration (Inspiración) y Hard to say (Dfícil de decir) fueron parte del repertorio ofrecido en esa actuación del miércoles por la noche, con un teatro casi lleno a pesar del mal tiempo. Fue un público adulto que acudió a recordar tiempos juveniles.

Los integrantes de Brass Transit, todos ellos cincuentones, dialogaron con el público en inglés, agradecieron el trato amable de la gente, hablaron de sus peripecias en el avión para llegar a esta tierra e indicaron que esta es su primera presentación en México pero esperaban regresar. La única palabra que pronunciaron en español fue “¡Hola!”.

Esa calidez y comunicación que lograron con los meridanos que acudieron a escucharlos hizo a varios de ellos bajar del escenario y mezclarse con el público en una de las interpretaciones.  

Ese diálogo se dio principalmente por medio del cantante Neil Donell, un larguirucho artista con estampa de cowboy, y del guitarrista Bob McAlpine, un pelirrojo que escribe columnas sobre música en revistas especializadas del ramo. Este ultimo desvió el concierto hacia un ramal de enérgico rock en algunas melodías en las que puso a vibrar las cuerdas con la guitarra eléctrica. 

Los otros integrantes de esa banda son el bajista Jay Speziale, al cual se le asignó la segunda voz pero también interpreta una melodía;  el baterista Paul Delong, quien tuvo una larga y solitaria ejecución con las percusiones, al más puro estilo rockquero, y el casi anónimo Don Breithaupt, en el piano, el órgano electrónico y coros.

En los metales están Tonny Carlucci, quien a los nueve años sopló una trompeta bajo la guía de su padre, también músico y trompetista. También  Doug Gibson, nacido en Toronto, trombonista de los 12 años de edad e integrante de grupos que acompañaron a Barry Manilow, Natalie Cole y Aretha Franklin, y, finalmente, Phil Poppa, clarinetista en su adolescencia pero después optó por el saxofón.
 
A estos ocho canadienses no los unió el destino sino la admiración que comparten todos hacia el grupo Chicago y la forma como estos fusionaron el jazz, el blues y el rock desde su surgimiento en 1967. 
En sus conciertos traen recuerdos de la época dorada de ese conjunto estadounidense, una época que también fue de oro para muchos de los que esa noche estuvieron en el concierto de Brass Transit. (Mérida Cultura)