El ballet regresa al recién reabierto teatro “José Peón Contreras”.
El
Ballet de la Ciudad de Mérida ofreció el viernes pasado un espectáculo pocas
veces visto en el principal recinto teatral de la ciudad pues combinó danza clásica y contemporánea con gimnasia artística,
todo ello con un soporte musical académico con giros de jazz y variantes antillanas.
La
mayor parte de los cuadros estuvieron a cargo del Ballet de la Ciudad de
Mérida, otros tres quedaron en manos de las gimnastas infantiles del Club Heymo, y
uno correspondió a Créssida Danza Contemporánea, que dirige la maestra Lourdes
Luna. Esta compañía presentó un fragmento de “El significado del caos”, creado
y dirigido por ella misma.
En
ese bufé dancístico lo mejor del ballet clásico estuvo en la segunda parte, el
cual abrió con el famoso pas de deux Esmeralda que interpretaron Aniuska Torres
y el cubano Maibel Miranda, uno de los bailarines de esa isla establecidos en
esta parte del país y quien, como se esperaba, mostro fuerza, plasticidad,
destreza y elegancia tanto en su actuación individual como en el acompañamiento
de su pareja.
La
talentosa bailarina, quien todavía no cumple los 20 años de edad, recién
regresó de España, donde tomó un curso en el Ib Stage, el prestigio curso
internacional de danza en el que participan bailarines de distintas partes del
mundo previa selección. Aniuska, quien ha bailado en Cuba, esa dorada veta
antillana del ballet mundial, ha ganado
premios y medallas áurea en competencias y presentaciones, entre ellas de
Campeón de Campeones del Concurso Interamericano de Danza y el Concurso
Internacional de Danza para Jóvenes.
Otra
artista que realzó esa parte del programa es Mónica Lázaro, con un fragmento de
Fairy Doll, esa joya de la danza clásica, muy imaginativa y graciosa.
Una
tercera mención es para el trabajo sobresaliente de Giovana Aguilar, la cual,
acompañada de Moisés Martín, interpretó Muñecos, esa famosa coreografía surgida
de la música de Rembert Eguës, el premiado artista que fue director musical del
Ballet Nacional de Cuba y que dejó la isla para residir en París. Este número
gana fácilmente aplausos por su argumento sencillo, entendible y tierno.
En
esos cuadros se exigieron movimientos lentos fluidos, equilibrio, giros y
saltos en una ejecución cuando menos armoniosa pues son fragmentos de ballets
famosos interpretados por grandes artistas mundiales y, por tanto, son muy
conocidos por el público. El telón se alzó con un Opening a cargo de Leslie, Gisselle
y Giovana Aguilar; siguieron números del ballet El Corsario: el pas de deux
Esclava y Mercader, el pas de troi, la Danza de carácter segundo acto, y Jardín
encantado tercer acto. En ellos intervinieron una veintena de danzantes.
Posteriormente
vinieron el número de danza contemporánea, el pas de deux Esmeralda, Estaciones
(con música de Vivaldi, por supuesto) y Fairy Doll. Siguió la primera
presentación de las gimnastas infantiles del Club Heymo, después se ofrecieron
Muñecos, otro número de gimnasia rítmica, la variación de Don Quijote, otra vez
las gimnastas, y, finalmente el cierre
con Sada, un baile inspirado en los suricatos.
Ese
espectáculo fue oportunidad de ver el “remozado” teatro “José Peón Contreras”
que estuvo cerrado largo tiempo y al cual, según el gobierno, le invirtieron
$20 millones.
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