Dos profesores de este instrumento suben al escenario y muestran sus capacidades en el aula.
En el mundo de la docencia son comunes los
profesores teóricos cuya “erudición” sólo está en las aulas, frente a
estudiantes incapaces de evaluar los conocimientos que realmente poseen. En la
práctica esos maestros decepcionan.
Debido a lo anterior nos resultó grato
asistir hace unos días a un concierto de dos educadores del Centro Estatal de
Bellas Artes, los maestros Moisés Canto y Sonny Calderón Soto, quienes se
presentaron en el Gran Museo del Mundo Maya.
Nos parece que actuar en público debería ser
obligatorio para los profesores de música. Ellos deben exponerse a esa forma de
evaluación de sus talentos y con ello mostrar también que se mantienen
actualizados, estudiando siempre para ser buenos guías de sus alumnos y ganarse
la admiración de estos.
A esa presentación, denominada “Seis siglos
de música en doce cuerdas”, asistieron estudiantes del plantel citado. Estos
pudieron observar en los hechos cómo se aplica en la práctica los conocimientos
que los dos mentores les transmiten en el salón de clase.
Los que alguna vez intentamos la ejecución de la guitarra
clásica sabemos la dificultad, por ejemplo, de dominar la técnica de la mano
derecha, en la cual recae en gran parte la sensibilidad que se desea transmitir
en la ejecución. Los pasajes pueden alcanzar la dulzura, majestuosidad o
cualquier otro carácter cuando ya se dominan y ejecutan bien los movimientos de la
diestra.
Y qué decir de la mano izquierda, responsable
de la velocidad armoniosa, el sonido claro y puro y otras obligaciones que
recaen en ella. El vibrato no suena igual si se mueve toda la mano o sólo la
muñeca.
A esos y otros aspectos relacionados con la
habilidad, capacidad y experiencia estuvo atento parte del público.
Pero una buena técnica sin emotividad puede
ser aburrida. Nos dio la impresión de que por momentos los dos profesores estuvieron más
preocupados en la ejecución precisa que en la transmisión de sentimientos.
Nos
parecieron un poco rígidos, muy académicos, quizá demasiado concentrados en no
quedar mal.
Pero esta apreciación nuestra podría estar equivocada, quizá nos
dejamos confundir por el estilo interpretativo de los maestros Canto y
Calderón. Por momentos cerramos los ojos durante ese concierto para no dejarnos
influir por las imágenes y así valorar mejor el sonido. El resultado fue muy
placentero.
Entre las piezas que los dos catedráticos
eligieron para esa presentación estuvieron una milonga de Jorge Cardoso, el
prolífico artista hispanoamericano autor de unas 400 obras para guitarra,
varias de ellas muy tocadas en conciertos, lo cual expone a todos los
ejecutantes a esas comparaciones que pueden resultar injustas.
Otra más fue una obra en dos movimientos del
español Fernando Sor, compositor a quien alguien calificó como el “Beethoven de
la guitarra”.
Hubo también una pieza del italiano Mauro Giuliani, y otro autor
más del barroco alemán cuyo nombre no entendimos bien durante la
presentación. Lo que sí escuchamos que
la obra original es un dueto de laudes transcrita a guitarras, lo cual obliga a
desafinar dos cuerdas y usar el capodastro para acercarse al sonido de ese
antiguo instrumento de cuerdas.
La presentación de los dos profesores del
CEBA fue grata. Deseamos que pronto haya nueva oportunidad para escucharlos en
dueto. (Mérida Cultura).
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