Nuevo recorrido por ritmos que marcaron épocas.
Los integrantes del Ballet Clásico de Yucatán cambiaron los leotardos, las mallas, el tutú y las
zapatillas de punta por atuendos informales para presentar un espectáculo de
danza con piezas musicales que marcaron épocas en México desde los años 30
hasta los 70.
El formato de este esta presentación ha sido recurrente en
grupos de baile. La fortaleza de este radica en que facilita organizar un
atractivo programa con base en varios
ritmos (swing, mambo, danzón, rock and roll…). La parte débil es
que resulta difícil armar una versión
novedosa.
En esta ocasión esa
compañía de baile lanzó al escenario a 12 jóvenes y dos actores (una mujer y un
niño) para recrear escenas meridanas de las décadas ya citadas y desarrollar en
ellas los números de baile.
En apoyo a la ambientación para generar la
atmósfera de cada período y ritmo musical dominante se recurrió a proyecciones
en blanco y negro que antecedieron a
cada número.
En esas imágenes se
mostró el comienzo de la época de oro de la radio mexicana, las marcas
comerciales de moda en ese entonces, los
artistas dominantes en el cine y la
televisión, los concursos de belleza, etc.
El mal sonido que abundó en
esas proyecciones restó calidad a este
recurso. Entre el público que asistió a ese espectáculo hubo locutores y otros
trabajadores de la radio y la televisión que inmediatamente dieron cuenta de esa falla y comentaron
lo fácil que es evitarla.
La presentación fue breve, al grado que los asistentes a
ella supieron que esta había terminado cuando se encendieron las luces del
teatro y se anunció el fin de la función.
Esta puesta en escena llevó el nombre de “Confidentes. Historias que nunca mueren”. En
la coreografía se recurrió poco a los pasos del ballet clásico. El vestuario
fue escaso, insuficiente para marcar las
épocas que fueron representadas.
El cuerpo de baile lució fresco, coordinado, se permitió el
lucimiento de parejas, aunque esta exhibieron hubiera brillado más si se hubiera pulido más varuis elementos técnicos.
Algunos de los jóvenes bailarines lucieron rígidos en la interpretación de ritmos que
sus padres o abuelos gozaron en los salones
de baile. Es comprensible. Son
bailes que resultan extraños y
ajenos para la generación actual.
El espectáculo, dirigido por la maestra Alma Rosa Cota
Gamez, fue bien recibido por el público,
hubo buena asistencia en el teatro “Armando Manzanero” donde fue presentado este domingo 20 a partir de las ocho de la noche. (Mérida Cultura).
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